Poemas de Fernando Pessoa
- Abdicación
- Ah, ese frescor en la cara de no cumplir un deber
- Apunte
- Autopsicografía
- Brazo sin cuerpo blandiendo un gladio*
- Consejo
- Desconocida y sucia criatura que juegas delante de mi puerta
- Don Sebastián- Rey de Portugal
- El amor es una compañía...
- El de las quinas
- El guardador de rebaños (XVI)
- Empiezo a conocerme. No existo.
- Es tal vez el último día de mi vida
- Esto
- Hablas de civilización, y de que no debe ser
- Hay dolencias peores que las dolencias
- Hora absurda
- Horizonte (Mar portugués)
- Islas afortunadas
- Las pompas de jabón...
- Letanía
- Lisbon revisited (1926)
- Los colones
- Magnificat
- Me da lástima de las estrellas
- No quiero rosas, con tal que haya rosas
- Noventa poemas últimos (17)
- Noventa poemas últimos (27)
- Noventa poemas últimos (36)
- Pasó la diligencia...
- Pues queréis que tenga...
- Serena voz imperfecta
- Súbita mano de algún fantasma oculto
- Todos los días me despierto ahora con alegría y pena
- Tu voz habla amorosa
- Viven en nosotros innúmeros
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Fernando Pessoa:
El amor es una compañía...
El amor es una compañía.
Ya no sé andar solo por los caminos,
Porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar más de
prisa
Y ver menos, y al mismo tiempo gustar de ir
viendo todo.
aun la ausencia de ella es una cosa que está
conmigo.
Y yo gusto tanto de ella que no sé cómo desearla.
Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los
árboles altos.
Pero si la veo tiemblo, no sé qué se ha hecho
de lo que siento en ausencia de ella.
todo yo soy cualquier fuerza que me abandona.
Toda la realidad me mira como un girasol con la
cara de ella en el medio.
Traducción: Rodolfo Alonso
Empiezo a conocerme. No existo.
Empiezo a conocerme. No existo.
Soy el intervalo entre lo que deseo ser y los demás me hicieron,
o la mitad de ese intervalo, porque además hay vida...
Soy esto, en fin...
Apaga la luz, cierra la puerta y deja de hacer ruido de
zapatillas en el pasillo.
Quede solo yo en el cuarto con el gran sosiego de mí mismo.
Es un universo barato.
Consejo
Cerca con grandes muros aquél que te sueñas.
Después, donde es visible el jardín
a través del portón de reja adecuada,
pon las flores que sean las más risueñas,
para que te conozcan sólo así.
Donde nadie lo vea no pongas nada.
Haz macizos como los que otros tienen,
donde las miradas puedan entrever
tu jardín tal como se lo vas a mostrar.
Pero donde es tuyo, y nunca lo ve nadie,
deja las flores que vienen del suelo crecer
y deja las hierbas naturales medrar.
Haz de ti mismo un doble ser guardado;
y que nadie, que vea y mire, pueda
saber de ti más de lo que sabe un jardín-
un jardín mostrable y reservado,
por detrás del cual la flor nativa roza
la hierba tan pobre que ni tú la ves...
Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda EspinozaHay dolencias peores que las dolencias
Hay dolencias peores que las dolencias,
hay dolores que no duelen, ni en el alma
pero que son dolorosos más que los otros.
Hay angustias soñadas más reales
que las que la vida nos trae, hay sensaciones
sentidas sólo con imaginarlas
que son más nuestras que la misma vida.
Hay tantas cosas que, sin existir,
existen, existen demoradamente,
y demoradamente son nuestras y nosotros...
Por sobre el verde turbio del ancho río
los circunflejos blancos de las gaviotas...
Por sobre el alma el aleteo inútil
de lo que no fue, ni puede ser, y es todo.
Dame más vino, porque la vida es nada.
Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda EspinozaTu voz habla amorosa
Tu voz habla amorosa...
Tan tierna habla que me olvido
de que es falsa su blanda prosa.
Mi corazón desentristece.
Sí, así como la música sugiere
lo que en la música no está,
mi corazón nada más quiere
que la melodía que en ti hay...
¿Amarme? ¿Quién lo creería? Habla
con la misma voz que nada dice
si eres una música que arrulla.
Yo oigo, ignoro, y soy feliz.
Ni hay felicidad falsa,
mientras dura es verdadera.
¿Qué importa lo que la verdad exalta
si soy feliz de esta manera?
Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda EspinozaAutopsicografía
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que de veras siente.
Y los que leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten bien,
no los dos que él tuvo
mas sólo el que ellos no tienen.
Y así en los raíles
gira, entreteniendo la razón,
ese tren de cuerda
que se llama el corazón.
Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda Espinoza